Rigoberta Menchú fue investida doctor honoris causa por el rectorado de Udabol, evento en el que participaron las autoridades de la universidad, miembros de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia, Bartolina Sisa, Fundación AEA, estudiantes y varias organizaciones sociales y civiles.
En su discurso Rigoberta Menchú destacó la importancia de la representación política de los pueblos originarios y el respeto hacia la formas de vida, saberes y cultura de los mismos.
“La pobreza del humano, la pobreza institucional, la pobreza cultural no son condiciones ancestrales, son realidades que tenemos que cambiar, por eso hoy a todos nosotros nos toca ser transformadores” – dijo la Premio Nobel.
La líder indígena también habló sobre la necesidad de abrir mayores espacios políticos para las mujeres en Bolivia y recalcó que la concientización de los ciudadanos ante la violencia doméstica es una de las tareas imperativas para generar sustanciales cambios sociales.
“Las libertad de la mujer no solo consiste en ocupar un cargo – dijo Menchú – la libertad también es luchar para que nuestros hijos no sean violentos”.
Rigoberta Menchú destacó que la violencia intrafamiliar es un de los peores males de nuestros tiempos, que al igual que la violencia política cobra numerosas vidas.
Nacida en Uspantán, Guatemala, Rigoberta Menchú desde muy temprana edad tuvo que enfrentar las crudas realidades sociales que azotaron a su pueblo. Su padre, Vicente Menchú Pérez, activista campesino en la lucha por la tierra, al igual que su madre Juana Tum Kotója fueron asesinados por el ejército del gobierno guatemalteco.
“Son mis padres y mi pueblo que me dieron los valores que hoy son la base de mi educación – afirmó la activista. “Ojalá podría enseñarles toda la sabiduría del calendario maya a Vds. también” – dijo con una sonrisa.
Ella desde muy joven se involucró en la lucha de los pueblos originarios y campesinos de Guatemala en reivindicación de sus derechos a la tierra, cultura, bienestar y una vida digna, por lo que sufrió la persecución del gobierno y se vio obligada a exiliarse.
“Es importante recalcar, que los pueblos originarios no precisan protección. Simplemente necesitamos que nos dejen existir (…) Para mí, lo más valioso es que nuestra forma de vida indígena todavía conserva un balance delicado con la Madre Naturaleza, un equilibrio entre la vida humana y la de la Tierra.”
En 1979 fue miembro fundador del Comité de Unidad Campesina y de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca de la que fue dirigente hasta 1992. Su libro editado en 1982 “Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia” la convirtió en referente internacional de la causa indígena campesina. En 1991 participó en la elaboración de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas por la ONU.
“Estamos viviendo tiempos de grandes cambios, ahora el concepto de desarrollo se percibe diferente, pero para que estos cambios dieran fruto es necesario que la educación esté al alcance de todos, a escala global. La humanidad no aprenderá de sus errores sin educación” – subrayó.
Rigoberta Menchú fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1992 por su labor en defensa de los derechos humanos de los pueblos originarios y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1998.
Su discurso – en el mejor sentido de la palabra – es honesto, sencillo y profundo – lo que la hace una lideresa nata de su causa y una persona sumamente agradable para conocer.