Vista desde México – la lejana Hungría en el este europeo – no es más que un país pequeño con la mitad de población de México D.F. Sin embargo Hungría ciertamente se hace ver al otro lado del océano y numerosos son los compatriotas nuestros que contribuyeron a la ciencia y la cultura mexicana.
“México conoce a Hungría, como nosotros les conocemos a ellos, y somos amigos – de los buenos” – dice Isabel Téllez Rosete, con quien converso en una oficina de la residencia de la Embajada de México en Budapest.
La embajadora llegó a conocer nuestro país al comenzar su trayectoria profesional en la Cancillería mexicana. En los inicios de su carrera diplomática tuvo la ocasión de encontrar numerosos diplomáticos húngaros – desde entonces crece su interés en visitar el país de estás personas que tanto le impresionaron. No fue pues ninguna casualidad que se emocionó al revelarse su nuevo destino laboral.
Su llegada a Budapest, le tenía algunas sorpresas inesperadas. Era noviembre – y ella esperando nieve y frío encontró nuestro capital con sol y calor, ninguna falta le hacían los abrigos y guantas. En su primer paseo – a su lugar preferido – el Castillo de Buda le acompaño una brisa casi primaveral. Desde entonces le encanta la magia del barrio medieval de los altos de Buda.
Lamentablemente sus laboriosas tareas en la embajada no le han permitido hasta ahora que aprenda nuestra lengua, pero su marido ya asumió ese reto para nada fácil cursando clases de húngaro ya que las tareas cotidianas requieren que se familiarice con las bases del lenguaje local.
México está presente en Budapest – afirmamos una y otra vez con la Embajadora. En salas de exposiciones, en conciertos, en restaurantes – exagerando ligeramente podemos afirmar que para los húngaros América Latina es México.
El terreno más importante de la cooperación es la cultura, basta con mencionar el concierto del joven pianista Alejandro Vela o las numerosas exposiciones de arte prehispánico en Budapest, junto a la exitosa feria “México Ilustrado” – que puso de relieve la época de los grandes muralistas y artistas de renombre mundial como Frida Khalo y Diego Rivera. En la pasada noche de museos Jorge Martín deleitó el público húngaro con su presentación “El Cuerpo como Paisaje” en el Museo de Historia de Budapest.
De esta forma Budapest no sólo representa el estilo de vida europeo para la Embajadora, sino también le ofrece unos rincones donde de verdad puede sentrirse como en casa – ese espacio no es otro que la presencia de artistas mexicanos en Hungría, fenómeno que llegó a ser parte integral de la oferta cultura de nuestra capital.
Junto a los que vinieron para Hungría cabe también mencionar a todos aquéllos que partieron de nuestra patria para México. Hay miles y miles de ejemplos – entre ellos tenemos que destacar a Pál Kepenyes, escultor y joyero húngaro quién con muy buen gusto eligió Acapulco como su residencia actual. Tampoco nos podemos olvidar del mundialmente conocido violoncelista László Fráter quién vivió y partió hacía la fama desde México.
Entre los antiguos nombres icónicos del mundo artístico encontraremos numerosos húngaros expatriados a México. El maestro Pál Rosti firma varios trabajos fotográficos sobre el Distrito Federal del siglo XIX. y también hay muchos otros de los que sólo nosotros sabemos que son de origen húngaro – su cantoso apellido les delata. Este es el caso de Luis Mandoki, uno de los directores más curiosos de nuestros tiempos ( Voces Inocentes – 2004, Angel Eyes – 2001)
Extrañas memorias históricas nos ligan a la figura del Emperador Maximiliano I. de México, al monarca de destino desafortunado, ejecutado por Benito Juárez, héroe nacional de México quien manifestó bien claro que su patria nunca servirá potencias ajenas.
Maximiliano al enfrentar las tropas republicanas lanzó al ataque seis mil soldados austriacos y entre ellos efectivos de la famosa caballería ligera húngara, los husaros. Ellos fueron los primeros en difundir nuestra fama por México. Su uniforme colorado le fascinó a los mexicanos – por este uniforme entramos en la historia de la independencia del país azteca. Los husaros prefirieron quedarse, se casaron con mexicanas y nunca más volvieron al viejo mundo.
Nuestra comunidad mexicana en Hungría es más modesta – contamos con unos 150 ciudadanos mexicanos residentes permanentes en nuestro país – la mayoría de ellos casados en matrimonios mexicano-húngaros – comenta la Embajadora.
Antes de responder la pregunta sobre sus dificultades en Hungría la Embajadora Téllez se queda pensando un largo rato – ” yo no tenía problema alguno en su país – dice – la comida me encanta, aunque yo no cocine, en mi casa comemos platos húngaros y mexicanos sin distinción, y francamente no puedo recordar nada que me haya costado asimilar en Hungría – y en esto claro me ayudó la familia.” Estando cerca de su hijo – quien estudia en Londres – alivian muchas preocupaciones del corazón materno.
” A lo largo de los dos años de permanencia en Hungría entendí que su mentalidad no se difiere en lo esencial de la nuestra ” – subraya con una sonrisa convincente la embajadora Isabel B. Téllez Rosete concluyendo una charla que nos reafirma en qué a México y Hungría a pesar de la distancia que les separa están no están tan lejos uno del otro.
Les une la cultura, el arte, ciencia y por ende el entusiasmo y la dedicación de profesionales como la embajadora Téllez Rosete.(traducción: Marton Hardy)