Cerca de Punta Suerte hacía Yataity se encuentra la comunidad de San Jorge, con su población de unas 40 familias, sus campos fértiles de algodón y sésamo y abundantes pastos para su ganado.
Al tratarse de un domingo que justo precedía la fiesta patronal se paraban los trabajos del campo y la gente se dedicaba a las preparatorias del evento. En algunas casas se cocinaba sopa – la paraguaya – en la iglesia un grupo de jóvenes decoraba la sala para la misa del día.
En la casa de Belén nos esperaban su madre y hermanos, y como no, nos sentamos a tomar tereré en la sombra de un árbol,cosa que a los paraguayos definitivamente les encante hacer.
A pocos ratos apareció Don Patricio – un señor de manos fuertes, moreno, con una sonrisa constante en la cara, y sombrero en la cabeza – a bordo de una moto tipo cross rojo. Más tarde tuve la suerte de irme de compras con el señor y montar este monstruo de 150 centímetros cúbicos. Del ataque de corazón solo me salvó el hecho que el indicador de velocidad gracias a dios no funcionaba.
Nuestra compañía más tarde se completo con los hermanos de Don Patricio, varios nietos, sobrinitos, ya que como buena familia paraguaya la de Kai Patricio también bien grande es: nueve hermanos habitan las calles colindantes.
Como siempre la tradicional hospitalidad paraguaya no podía faltar. Al acabar el terere, se llenaron jarras de vino, y en la mesa una gallina casera asada competía con enormes cortes de ternera en echar su olor tentador al aire.
Tras largas y placenteras horas de charla el sol pinto de rojo el horizonte del occidente, era tiempo de llevar el ganado a casa. Los gritos conocidos de Blasido y Patricio rápidamente reunieron las vacas que Arnaldo condujo hacia la granja. Al caer la noche nosotros también tomamos rumbo a casa a Puente Suerte. Mañana nos esperaría un día ilustre en San Jorge.
Al amanecer desde la comunidad ya se escuchaba el estruendo de los petardos. A las ocho y media congregamos en la pequeña iglesia los que no cabían dentro fuera se quedaron, de allá observaron.
La misa en era bien diferente de lo que se ve en Europa. Antes de todo se celebró en guaraní, los cantos nada tenían de la impuesta solemnidad de los dogmas católicos. Felicidad esperanza y alegría radiaban de estas canciones, acompañadas con el compás de una guitarra pareciéndose más a polcas y guaranías que a canciones solemnes. Se presentaron ofrendas, por parte de los agricultores, unos trajeron mandioca y maíz, otros mandarinas que ofrecieron a San Jorge como signo de su gratitud.
Concluida la misa los costaleros levantaron la imagen del santo y recorrieron los caminos de la comunidad seguidos por las trompetas de la Banda Genial, y los residentes locales. Su paso lo marcó el estruendo de petardos y una ola de niños corriendo para arriba y abajo alrededor de los costaleros.
A mediodía cada vez con más frecuencia se escuchaba el silbido de las latas de cerveza abriéndose, los mayores felices observaban su alrededor pasando vasos de etiqueta negra con coca cola y la Banda Genial también se animó a empezar con las primeras polcas. Los ritmos suaves cumbias llenaron los valles, pregonando la alegría de San Jorge.
Felices de la vida bajamos a Punta Suerte, rojos del sol que picaba duro y en nuestros ojos resonaban las polcas y cumbias de la fiesta.