Vientos de cuaresma soplan en Cuba

Debates en la sociedad civil, tensiones con la oposición política interna, demandas desde el exterior y comparaciones inevitables con el paso de Juan Pablo II por esta isla socialista en 1998, rodearon esta semana la visita de Benedicto XVI a una Cuba muy diferente a la de 14 años atrás.

 

“La religión es cultura; a mí me gusta aprender”, dijo una ingeniera que, convocada por su centro de trabajo, acudió este miércoles 28 a la Plaza de la Revolución a pesar de no ser creyente. Como ella, un hombre que se alejaba antes de finalizar la misa del Papa, destacó la diferencia: “Los tiempos no son los mismos”.

Entonces, Cuba apenas salía de los peores momentos de la crisis que sucedió a la desintegración de la Unión Soviética y la desaparición del bloque socialista europeo, el presidente Fidel Castro se mantenía al frente del país con todo su simbolismo histórico y Juan Pablo II parecía abrir una nueva época marcada por el diálogo.

Benedicto XVI, por su parte, llegó a un país que, bajo la Presidencia del general de ejército Raúl Castro, enfrenta un proceso de reformas marcadas por un realismo económico sin precedentes, que cambian radicalmente el país y dejan también no pocas incertidumbres sobre el presente y el futuro.

Sin embargo, para algunos observadores hay cosas que nunca cambian: Raúl, como Fidel Castro, mostró respeto por las opiniones del Papa sin dejar de expresar las suyas. Benedicto, como Juan Pablo, condenó elegantemente el bloqueo estadounidense a Cuba y llamó a la reconciliación de “todos los cubanos”.

“Hemos encontrado muchas y profundas coincidencias, aunque, como es natural, no pensemos lo mismo sobre todas las cuestiones”, dijo Castro en su despedida al pontífice en la tarde de este miércoles, tras exaltar la necesidad de la movilización de la conciencia de los pueblos, el respeto mutuo, el diálogo y la cooperación.

El Papa, por su parte, exhortó a “hacer fructificar lo mejor del alma cubana” para “cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada”. Una sociedad de la que nadie debe ser excluido por “la limitación de sus libertades fundamentales”, “desidia” o “carencia de recursos materiales”, añadió.

Así, aseguró el alemán Joseph Ratzinger, “las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas”.

En un entramado de símbolos, mientras Juan Pablo II encabezó su misa en La Habana desde un costado de la Plaza de la Revolución, con la Biblioteca Nacional de fondo, Benedicto XVI lo hizo a los pies del monumento al héroe nacional José Martí, donde siempre se ha alzado la tribuna revolucionaria.

Justo en ese sitio histórico, con los vientos del quinto miércoles de cuaresma, el sumo pontífice aseguró que tanto Cuba como el mundo “necesitan cambios, pero estos se darán solo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad”.

En una homilía que tuvo el concepto de “la verdad” como hilo conductor, el máximo representante de la Iglesia Católica cuestionó a quienes “prefieren los atajos”, niegan que “exista una verdad para todos” o se “lavan las manos”, como el gobernador romano Poncio Pilatos y “dejan correr el agua de la historia sin comprometerse”.

“Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en ‘su verdad’ e intentando imponerla a los demás”, dijo el Papa y recalcó: “fe y razón son necesarias y complementarias en la búsqueda de la verdad”.

La homilía complementó los mensajes leídos por el Papa desde su arribo el lunes 26, en una visita de tres días que incluyó dos misas, una visita al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, en la provincia oriental de Santiago de Cuba, una entrevista oficial con Raúl Castro y el encuentro de última hora con Fidel Castro.

Aunque no faltaron referencias al matrimonio y a la familia, el discurso papal apenas insistió en un asunto que mantenía alerta a sectores de la sociedad civil que defienden los derechos reproductivos de las mujeres y promueven el respeto a la diversidad sexual, incluso la unión legal de parejas del mismo sexo.

Entre las expectativas de la Iglesia Católica trascendió el pedido de Benedicto XVI al presidente Castro de declarar el Viernes Santo como día festivo en Cuba y la posibilidad de reforzar y seguir avanzando en la libertad religiosa, incluida la contribución de los creyentes a “la edificación de la sociedad”.

Quizás en el mejor momento de las relaciones entre la jerarquía católica local y el Estado desde el triunfo de la Revolución en 1959, la visita del Papa se vio antecedida de las tensiones provocadas por grupos de la oposición interna que, a mediados de este mes, tomaron varios templos católicos para dejar constancia de sus demandas políticas.

En un intento similar, un hombre burló la seguridad de la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba y, momentos antes de la misa, gritó consignas anticomunistas y por la libertad. Las imágenes, trasmitidas por Internet, mostraron cómo era sacado del lugar por un agente vestido de civil y golpeado por al menos dos personas del público.

“Nos hemos interesado por tratar de conocer a la persona y por conocer la situación. Pero una cosa es manifestar la opinión propia y otra hacerlo en un momento que pueda alterar la manifestación de fe”, afirmó a la prensa el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, sobre el incidente que permanece ausente de la prensa cubana.

Por su parte, un comunicado de prensa de la organización Amnistía Internacional aseguró este miércoles 28 que, en aras de silenciar cualquier manifestación durante la visita del Papa, se registraba un aumento de arrestos, rodeo de casas y desconexión de líneas telefónicas de activistas y grupos opositores.

Benedicto XVI se abstuvo de reiterar públicamente su opinión sobre el agotamiento del comunismo, expresada antes de su llegada a México el día 23. Pero el arzobispo de la sudoccidental ciudad estadounidense de Miami, Thomas Wenski, consideró que “el marxismo es una ideología caduca” en una misa que ofició en la Catedral de La Habana el martes 27.

Unos 800 peregrinos llegados desde esa ciudad aplaudieron a Wenski, poco antes de que una flotilla de la organización anticastrista Movimiento Democracia se apostara en el mar a unos 20 kilómetros de La Habana y lanzara fuegos artificiales para reclamar el respeto de los derechos humanos en la isla.

“¿Qué nos trae el Papa a Cuba?”, se preguntó el cardenal cubano Jaime Ortega en su saludo a Benedicto XVI al inicio de la misa de este miércoles en el corazón de la capital cubana. “Dejemos la respuesta a nuestro pueblo”, añadió el Arzobispo de La Habana sintetizando así la expectativa que rodeó la visita. (IPS)

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