Benedicto XVI en México, un viaje con polémica electoral

El Papa Benedicto XVI está en México con la misión de reforzar la fe de los católicos en el país, según la Iglesia Católica. Pero muchos temen que su visita sirva además para apuntalar la influencia de su jerarquía en la política nacional.

El viaje de tres días por el estado de Guanajuato llega en un momento delicado en México, a sólo unos días de que arranque una campaña electoral para elegir a un nuevo presidente el 1 de julio.

 

 En su misa del domingo en el llamado Parque Bicentenario estáran los tres principales candidatos: Enrique Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador. También grandes empresarios y líderes de gremios.

Solo unas semanas antes del viaje, los obispos mexicanos publicaron una polémica guía para “orientar” el voto de los católicos en los próximos comicios.
“Los fieles cristianos católicos deben tener claridad que no es posible hacer una opción política por quienes son partidarios o promotores de falsos derechos y libertades que atentan contra las enseñanzas contenidas en la Sagrada Escritura, la tradición y la doctrina de la Iglesia”, reza el documento de la Arquidiócesis de México.

La llegada del Pontífice coincide además con el debate en el Congreso de una reforma del artículo 24 de la Constitución que, de aprobarse, les daría mayores libertades a las iglesias y que, según sus detractores, le abriría la puerta a la participación de la jerarquía católica en política.
Una discusión que está en la agenda del Papa en su reunión con el presidente, Felipe Calderón, reconoce el gobierno mexicano.
Y que según algunos legisladores, especialmente en el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, se ven como una violación al estado laico mexicano.
Sin embargo, el Vaticano asegura que los tiempos son mera coincidencia y que se decidió venir en esta epoca para garantizar un tiempo benévolo con la salud del líder católico.

El lugar elegido por la Iglesia para recibir a Benedicto XVI tampoco parece casual, según los críticos de este encuentro.
El Papa llegó este viernes a Guanajuato, un estado fuertemente católico, pero también conservador y uno de los mayores nichos de votos para el Partido de Acción Nacional, al que las encuestas aún le dan un segundo lugar en las elecciones de julio.
“Es ridículo pensar que el Papa viene a hacer campaña”, le dice a BBC Mundo el sacerdote Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México.
“No hay una sola visita de los Papas que se haya organizado con el objetivo de apoyar a un partido politico. Él no apostaría su capital simbólico para eso”, advierte.

Una de las grandes sorpresas de este viaje es que el Pontífice haya aterrizado en el centro del país sin hacer una parada en la capital, donde se encuentra uno de los mayores centros de peregrinaje del mundo católico.
La Basílica de Guadalupe no es sólo un símbolo para la Iglesia en México, especialmente para los papas, también un oasis en una ciudad donde en años recientes se ha aprobado una legislación “contraria a los valores de la fe”, según los obispos.
El reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo y la legalización del aborto enfrentaron a las autoridades de la Iglesia con el alcalde, Marcelo Ebrard (PRD), y la Asamblea local.
Pero esa no es la razón por la que Benedicto XVI obvió a Ciudad de México en esta visita, según Valdemar.
“No es un secreto que al Santo Padre le afecta la altura”, dice.
El riesgo para Joseph Ratzinger, de 85 años, de estar a más de 2000 metros sobre el nivel del mar es la verdadera razón por la cual no acudirá a la capital, según el vocero, y no el temor a una foto incómoda con los gobernantes locales.
Aunque México se reconoce como estado laico, la Iglesia todavía juega un papel muy destacado en la vida nacional.
A pesar de las tormentosas relaciones entre el poder político y el religioso durante los años de la Revolución y bajo los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional, esta rigidez se ha ido suavizando en las últimas décadas.
Fue un presidente priísta, Carlos Salinas, quien potenció el reconocimiento del estado del Vaticano y restableció las relaciones Estado-Iglesia.
Pero según el analista John Ackerman, la polémica sobre la influencia de la Iglesia en la vida política mexicana comenzó bajo la administración de Vicente Fox.
“Él besó el anillo del Papa cuando llegó a México (2002). Fue algo sin precedentes que un representante de un estado extranjero llegara y que el presidente de México se arrodillara ante él y le brindara un homenaje”, le dice a BBC Mundo.
“Este gesto se interpretó como una gran transformación, al menos simbólicamente, en términos de separación entre Iglesia y Estado”, añade Ackerman, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Esta vez no hubo beso al anillo, pero sí una menos controversial inclinación de cabeza del presidente Felipe Calderón ante el jefe de Estado del Vaticano.
Para Calderón, la recepción del viernes en el aeropuerto de Guanajuato fue probablemente el último gran acto público y de baño de masas antes de que la legislación electoral le prohiba participar en eventos que puedan considerarse “electoralistas”.
Por eso ahora la atención está puesta en la misa del domingo, en las palabras del Pontífice y, sobre todo, en los gestos de los candidatos. (BBC)

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