En la nota del Vaticano, se explicó que en el encuentro, que duró 20 minutos y se desenvolvió en un “clima de cordialidad”, también se repasó “la situación social y política de Venezuela” después de la reciente muerte de Hugo Chávez.
Durante el coloquio también el papa hizo referencia a la presencia histórica de la Iglesia Católica en el país y “a su decisiva aportación en los ámbitos de la caridad, de la asistencia sanitaria y de la educación”.
También se concordó “en la necesidad de un diálogo sincero y constante entre la Conferencia Episcopal del país y el Estado para el desarrollo de toda la nación”.
El mandatario venezolano llego acompañado de su esposa, Cilia Flores, y de una nutrida delegación compuesta entre otros por el ministro de Exteriores, Elías Jaua, el de Planificación, Jorge Giordani, y del Petróleo, Rafael Ramírez Carreño.
Durante el tradicional intercambio de regalos, Maduro obsequió al papa con la Constitución del país, un retrato de Simon Bolivar y un cuadro de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela, y una escultura del doctor José Gregorio Hernández (1864-1919), que se encuentra en proceso de canonización.
Sobre el médico venezolano, conocido por su compromiso con los más desfavorecidos, Maduro expresó su deseo ante el papa de que sea pronto canonizado pues “es un santo del pueblo”.
Por su parte, el papa entregó a Maduro una pluma estilográfica, y como ya hizo con los otros mandatarios latinoamericanos, el documento de las conclusiones de la reunión que celebró en Aparecida (Brasil) la Conferencia Episcopal Latinoamericana.