Aunque en el encuentro el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, podría enfrentar las críticas de una desilusionada Latinoamérica tras incumplir su promesa de lanzar una nueva era de relaciones con la región, esa situación y los principales temas acordados pasarán a un segundo plano, de acuerdo con fuentes diplomáticas.
Cuba y las alternativas para combatir el narcotráfico que incluyen la descriminalización y la legalización, concentrarán las discusiones de los mandatarios y enfrentarán a Estados Unidos con países de tendencias izquierdistas como Venezuela, según analistas, que descartan soluciones concretas a los problemas que enfrenta el hemisferio.
“Esos son temas políticamente radiactivos para Obama. No hay manera de que se pueda cumplir con las expectativas de América Latina”, dijo el experto en temas de la región Michael Shifter.
Obama llega al encuentro con poco margen de maniobra de cara a la carrera por su reelección y ante la necesidad de mantener una línea dura.
Adicionalmente, el probable el reclamo argentino sobre la soberanía de las disputadas islas Malvinas, opacarán los temas pautados en la agenda, entre los que destacan la pobreza, la seguridad ciudadana, los desastres naturales, el acceso a la tecnología y la integración física de las Américas.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, no participará en la cumbre en protesta por la exclusión de Cuba, aunque los demás países que integran la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) no lo apoyaron, una decisión que hubiera dejado por fuera a otros siete países incluidos Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
La cumbre tendrá como condimento adicional la presencia del presidente venezolano, Hugo Chávez, un fuerte crítico de Estados Unidos, quien por primera vez dejará su país para una reunión de semejante tenor desde que hace casi un año se le diagnosticó un cáncer en la zona pélvica.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, logró que Estados Unidos, su principal aliado en la lucha contra el narcotráfico, aceptara por primera vez en la historia reciente discutir el tema de las drogas, pese a la advertencia de Washington de que lo hará para defender su posición de seguir enfrentándolo como un problema criminal.
“Se va a discutir sí, porque esa es la voluntad de la inmensa mayoría de los países que vienen y que queremos (…) una discusión que es necesaria, llevamos 40 años, algunos dicen 100 años, luchando contra el narcotráfico”, dijo el mandatario anfitrión.
Colombia es considerado el principal productor mundial de cocaína, una lucrativa actividad ilegal con la que la guerrilla izquierdista y las bandas criminales conformadas por antiguos paramilitares de ultraderecha obtienen millonarios ingresos.
En la antesala de la cumbre, Santos sostuvo que el narcotráfico se convirtió en un problema de seguridad nacional para Colombia, México y varios países de Centroamérica por ser el responsable de la desbordada violencia, lo que aumenta la necesidad de un debate a fondo sobre el tema.
“A veces a pesar de haber sido exitosos, o relativamente exitosos (en la lucha contra el narcotráfico), parecería que estuviéramos en una bicicleta estática, miramos alrededor y estamos en lo mismo, el negocio sigue, el consumo sigue creciendo en Europa, Centroamérica está cada vez más invadida por el crimen organizado”, dijo el mandatario colombiano.
Cuba y Malvinas. El presidente de Guatemala, Otto Pérez, hizo recientemente una serie de propuestas para combatir la feroz violencia relacionada con el narcotráfico en Centroamérica, incluyendo la descriminalización de los narcóticos y la creación de una corte regional para combatir a los traficantes.
La propuesta de Guatemala incluye la creación de un marco legal para regular la producción, tránsito y el consumo de drogas.
La discusión del tema es un reflejo de la creciente preocupación en Centroamérica y otros países por el costo de la guerra contra las drogas que está llevando a los gobernantes a tomar una línea cada vez más independiente de Estados Unidos, donde existe un fuerte rechazo a la legalización de los narcóticos.
Santos quiso que Cuba participara por primera vez en la cumbre, pero fracasó al no lograr el consenso necesario por la fuerte oposición de Estados Unidos.
Sin embargo, el mandatario colombiano reiteró que está dispuesto a tender puentes en las posiciones irreconciliables que mantienen Washington y La Habana.
“Yo espero que sea la última cumbre sin Cuba, yo espero que podamos avanzar y tender puentes, unos puentes efectivos para que esta sea la última cumbre sin Cuba”, afirmó.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, no participará en la cumbre en protesta por la exclusión de Cuba, aunque los demás países que integran la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) no lo apoyaron, una decisión que hubiera dejado por fuera a otros siete países incluidos Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
No es la primera vez que el tema de Cuba es centro de atención en la Cumbre de las Américas. En la última reunión organizada en Puerto España, Trinidad y Tobago, en el 2009, los presidentes concentraron parte de los debates sobre la isla.
Aunque en la cumbre de la OEA en Honduras en el 2009 se levantó la suspensión sobre Cuba, que la excluyó de su participación en el Sistema Interamericano desde 1962, el Gobierno de La Habana ha reiterado su rotundo rechazo a regresar a la organización.
El otro tema que posiblemente abordarán los mandatarios en la cumbre será la pretensión de Argentina a la soberanía de las Islas Malvinas, 30 años después de una guerra que la enfrentó con Gran Bretaña en el Atlántico Sur. (americaeconomia)