Ya en estos primeros momentos me llamó la atencion la habilidad y creatividad de los paraguayos de dotar las reglas y leyes de interpretación propia. Los pasajeros se organizaron en diferentes colas según nacionalidad y empezó el largo proceso de control de pasaportes.
El oficial que dirigía le gente a una ventanilla de control u otra meticulosamente ha sacado las madres con hijos pequenos y les dirigió hacía la puerta de control para diplomáticos así evitando que éstas tengan que esperar mucho. Cuando un senor empezó a protestar que él también quiere pasar adelante el oficial le regaló una sonrisa ancha de al menos doscientos dientes blancos y le respondió: ” Cuándo Vd. tenga tantos ninos yo le haré pasar no se preocupe”.
En el caso de un viaje europeo uno siempre calcula con la posiblidad de perder algunas que otras maletas. Mentalmente estaba preparado para no encontrar una mochila o a lo mejor la maleta grande, porque ya en Sao Paulo los de la companía aérea no me podían decir si mis maletas llegarán a Asunción o no. Pero para que estresarse en adelantado? Para cuando pase los controles mis maletas me sonreían felices dando vueltas en la cinta automática.
Cuando salí del tránsito desesperadamente estaba buscando una cara que conozca o un papel que ponga mi nombre, cuando me di cuenta de una chavalita cuyos labios podía leer que un poco incierta pero intenta pronunciar Morton…Márton… allí me quedé tranquilo, me estaban esperándo.
La chica se presentó como Rebeca con un acento inconfundible de Espana, me dijo que era voluntaria de Zaragoza, y vino a participar en un poryecto sobre la responsabilidad de la juventud por los recursos hidrologicos. Junto a ella Inés, la coordinadora de Puente Sur y Andy, estudiante de postgrado de comercio exterior, que nos llevó al hostal que sería mi alojamiento para los próximos días.
Inés se encargo del alojameniento me dió informó sobre los detalles más importantes que necesito saber, entre los consejos de Andy lo que más se me quedó grabado en la mente era la frase de:
” Martin aquí los peatones no tienes derechos, ni en el paso zebra”. Y obviamente tenía razón. En Paraguay la vida del peatón es una aventura,no vale la pena esperar que te cedan el paso o que no te van a atropellar en el paso zebra. Aquí en las calles cada uno corre por su vida. (Hardy Márton en el foto)