Otros países latinoamericanos que pertenecen a este grupo son Venezuela, Ecuador y Cuba. Entre las variables utilizadas para construir ese ranking, está la participación del Estado en la economía. Los países con intervención estatal más fuerte obtuvieron evaluaciones más bajas.
Para Sergio Schmukler, del Banco Mundial, no siempre la participación del Estado, o incluso su presencia masiva, es perjudicial para la economía. “Hay diferentes intervenciones estatales. No todas son hacen daño a la economía”.
Schmukler comenta la experiencia china como un ejemplo de situación en que la intervención estatal trajo un crecimiento económico. “China ha crecido a unas tasas muy altas durante la última década, cuestionando la visión que tenían muchos economistas de que la ingerencia del Estado en la economía iba a generar distorsiones muy fuertes y provocar un crecimiento económico más bajo”.
En el caso de América Latina, dice Schmukler que la crisis financiera internacional provocó una revisión del papel del Estado en la economía. En aquel entonces, el Estado se había retirado, dejando que el sector privado fuera el motor de crecimiento. “Pero eso vino acompañado con bastantas diferencias económicas en los ingresos en las capas de la población. Mucha gente no ha tenido ningún tipo de red de contención social”, añade Schmukler.
“A partir del año 2000, después de la crisis de Argentina y de otras crisis que han sufrido los países latinoamericanos, se ha repensado el rol del Estado y hasta qué punto tendría que prover algún tipo de safety net, una red de contención, para los sectores más desprotegidos.” Sobre todo, subraya Schmukler, en un momento en que la economía está abierta, hay competencia. “Muchos se quedan sin trabajo y sufren los avatares de la crisis”.
Respecto al momento actual, Schmukler describe la situación en Argentina como similar a la situación internacional, respecto a discusiones del papel del estado. “Allí se da el mismo tipo de debate de revisión del papel del estado, respecto a ese rol de contención sobre los más desprotegidos y cómo el Estado puede, de alguna forma, generar y canalizar ciertas actividades económicas para que el país crezca.”
¿Se podría decir que mercados abiertos son sinónimo de desarrollo económico?
“No necesariamente”, dice Schmukler. “En muchos casos el crecimiento ha sido impulsado por el sector privado, pero en algunos otros casos ha estado acompañado por la presencia del sector público, como es el caso de China.” Él explica que este es un área sobre el cual hay bastantes debates y sobre el cual “tenemos que ver los detalles”. En algunos casos puede ser que sea positivo. “Lo que es difícil en esas situaciones es no tener una generalización, una receta, en qué tipo de actividades el Estado tendría que participar, cuáles tendría que apoyar y cuáles no”, concluye Schmukler. (rnw)