Una carrera profesional de más de sesenta años, una voz poderosa, personalidad fuerte y el famoso grito de guerra inconfundible ¡Azúúúcarrr! – todo eso es Celia Cruz, la superestrella de la música latina cuyo legado jamás caerá en el olvido.
Nacida en La Habana, Cuba bautizada simplemente como Úrsula Hilaria Celia de la Caridad Cruz Alfonso de la Santísima Trinidad Ramona Carlos Bigote Oubstaqukhia – la jóven Celia desde muy pronto mostró un gran talento en la música contemporánea latinoamericana. Recorrió Venezuela y México con varias agrupaciones musicales antes de unirse a la icónica Sonora Matancera con la que paso su época de oro.
En aquéllos años nace su famoso éxito “Cao Cao Mani Picao” que no sólo marca un compás sin igual sino también toda una época en la música cubana pero también canta clásicos como el maravilloso son titulado”Me voy pa Pinar del Río”.
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En 1960 la diva abandona Cuba y lo hace lo para no volver nunca más – desde entonces se establece en EE.UU donde viviría hasta 2002 pero según confesaba nunca había aprendido hablar inglés.
En 1974 firma con la Fania All Stars, agrupación con la que una y otra vez consigue reinventarse artísticamente y alista conciertos inolvidables como el del año 1974 en Zaire cuando la reina de salsa cubana volvió a la tierra en la que se radica el género y lo hizo para triunfar en el continente de sus ancestros.
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Su larga trayectoria le llevo a tocar con Tito Puentes, Willie Colón y Johnny Pacheco entre otros, actuó en numerosas filmes y ganó siete premios Premios Grammy – pero lo que todavía es tal vez más importante, Celia Cruz fue la mujer que revolucionó el hasta entonces muy masculino mundo de la música tropical latina.
A lo largo de las seis décadas de su carrera la Guarachera de América siempre consiguió sacar de su inventario piezas nuevas sin perder nada ni de su calidad y tampoco de su originalidad. Basta con pensar en el exito “La vida es un carnaval” o su cover del famoso “Oye como va” de Carlos Santana, ambos ritmos muy finos que llegaron a ser rotundos éxitos en su época.
Ahora, pasados diez años sin Celia, tal vez mejor es recordarla sin tristeza y cantando sus melodías, porque ya todos aprendimos que – “la vida es un carnaval y las penas se van cantando”.
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