El perfil de estos jóvenes, víctimas de diversos tipos de muertes violentas es el siguiente, en su mayoría varones, mestizos, tienen de 4 a 7 años de estudio, son asesinados en la vía pública con armas de fuego.
Este es uno de los datos contenidos en el estudio ‘El Costo de la Juventud Perdida en Brasil’, cuyo autor es Daniel Cerqueira, director del área Estado, Instituciones y Democracia, del Ipea (Instituto de Investigación Económica Aplicada).
El estudio indica que la muerte prematura de los jóvenes debida a la violencia cuesta al país cerca de R$ 79 mil millones cada año, correspondiente a 1.5% del PIB nacional.
Cerqueira advierte que no sólo las muertes por armas de fuego fueron dato destacado, también la tasa de muertes en accidentes de tráfico relacionados con jóvenes aumentó en 44,6% en la última década.
Los resultados indicaron que la violencia mortífera en la juventud puede ser responsable por la pérdida de esperanza de vida al nacer de hasta de dos años y siete meses, en los hombres, como es el caso en Alagoas, pero al máximo de una reducción de cuatro meses para las mujeres, como se señalan datos en Roraima.
La muerte violenta de jóvenes (entre 15 y 29 años) en Brasil es un problema que agravó en las últimas décadas, especialmente en relación con la mortalidad causada por homicidios y accidentes de tránsito. Con respecto a los homicidios, el agravamiento se dio en dos planos.
No sólo aumentó la mortalidad año tras año, sino que además las víctimas gradualmente se han vuelto más jóvenes. Este fenómeno se puede observar en el gráfico adjunto, que muestra que el índice de homicidio para cada edad aumentó y las distribuciones (por edad) se han desplazado a la izquierda. De hecho, mientras la tasa máxima de homicidios por 100.000 habitantes creció 154% entre 1980 y 2010, cuando pasó de 27,7 a 70.6, la edad en la cual se alcanzo esta tasa máxima de homicidios pasó de 25 a 21 años.